Esta mañana, durante el paseo
matutino, me atacó una planta y me ha dejado un buen raspón. Mientras me
desinfecto la herida, miro a mi alrededor, y observo cómo huyen despavoridas
las hormigas. Supongo que leyeron la entrada anterior y no querían acabar
descabezadas como sus primas de otros continentes…
Entre los humanos, excepto en
algunos países, eso de descabezar a la gente ya no está de moda. Pero durante
la revolución francesa rodaron bastantes cabezas, y no para emplearlas como
sutura, sino como un “simple” método de ejecución. Incluso se creó una máquina
para facilitar la tarea: la guillotina.
Una de las personas que tuvo la
desgracia de probarla fue una mujer llamada Charlotte Corday, quien se decía
había asesinado al político, periodista y revolucionario Jean Paul Marat, el
cual era bastante apreciado por sus ideas. Así que el gentío se congregó
alrededor de la máquina rebanadora, pidiendo sangre, y, una vez cayó la
cuchilla y segó la cabeza de la mujer, uno de los asistentes del verdugo la
cogió por los pelos y le dio un bofetón en la cara. Según los testigos, los
ojos de Charlotte se volvieron y miraron a la cara del asistente con una
expresión realmente indignada.
Tras este incidente, se pidió a
los que se iba a ejecutar que parpadeasen después de ser decapitados, y los
testigos aseguraban que el parpadeo duraba hasta 30 segundos…
Ya a principios del año 1900, un
doctor llamado Beaureux emitió un famoso informe sobre la ejecución de un
hombre llamado Languille. En él contaba que, nada más producirse la
decapitación, los labios y párpados se contrajeron de forma arrítmica durante unos
5 o 6 segundos. El doctor le llamó por su nombre, y los párpados “se abrieron
lentamente, sin contracción espasmódica alguna”, y “las pupilas enfocaron por
sí mismas”, los ojos fijos en el doctor. Los párpados se cerraron tras varios
segundos. Volvió a llamarle y de nuevo abrió los ojos y le miró, cerrándolos
después. Pero la tercera vez que le llamó, ya no obtuvo respuesta.
Así que, por lo que parece, la guillotina
podría no producir una muerte instantánea, sino que es posible que las víctimas
permanezcan conscientes unos segundos, antes de que el cerebro, sin aporte de
oxígeno, entre en coma y vaya de mal en peor. Y podría no ser el método
indoloro que se pretendía (de hecho, comprobado que causaba un dolor muy
severo, se desechó como método de ejecución en muchos países).
Aun así, la guillotina era
preferible a un verdugo con espada o hacha, inexperto, torpe, o “con un mal
día”, como el que al parecer le tocó en suerte a María Estuardo, reina de Escocia. La reina,
vestida de rojo (como mártir católica), tuvo que soportar tres hachazos, o más
bien, dos hachazos y un hacha-serrucho… Y por si fuera poco, al alzar la cabeza
el verdugo, cogida por los cabellos (o eso pensaba él), ésta cayó rodando por
el suelo: la reina llevaba peluca, que fue lo que quedó en manos del poco
avezado ejecutor.
El caso es que, si perdemos la cabeza, no
tenemos demasiadas posibilidades de reanimación posterior, a no ser que
experimente con nosotros el doctor Frankenstein o nos inyecten algo como en
Reanimator (en cualquiera de los dos casos, el resultado no parecía demasiado
alentador).
En cambio, hay animales que
tienen más suerte en ese aspecto: los gusanos planaria, por ejemplo. Estos
tienen la habilidad de regenerar partes del cuerpo, cabeza incluida, después de
una amputación. Esto ocurre gracias a que tienen células madre adultas que se
dividen constantemente, con posibilidad de convertirse en cualquier otro tipo
de células que requieran. Si se corta uno de estos animales en dos,
longitudinal o transversalmente, se regenerará formando ¡dos individuos! (Un
gen permite la adecuada diferenciación y localización de las células que
componen la cabeza de un gusano planaria; es vital para que la cabeza y el
cerebro ocupen el lugar adecuado del animal y no se formen en cualquier otro
lugar del cuerpo).
Otros animales con asombrosos
poderes de regeneración: los pertenecientes al género hydra. Si se corta en
trocitos, cada uno de éstos regenerará las partes que falten1.
También se dice que no parecen envejecer…
Entre los vertebrados, la familia
de la salamandra es la más hábil en regeneración corporal, pudiendo regenerar sus
extremidades.
Notas:
1. En la mitología griega, había
una hidra, la de Lerna, un inocente monstruito con aliento venenoso, multitud
de cabezas en forma de serpiente, y la habilidad de regenerar dos cabezas por
cada una que le cortaban. Heracles tuvo que acabar con ella: fue uno de los
doce “trabajitos” que le encargaron…
2. Los humanos tenemos, de
momento, capacidad para regenerar por nosotros mismos, cosas tales como piel, hueso,
músculo, sangre, mucosas, pelo, uñas e hígado.
3. El nombre de la guillotina proviene del doctor
francés Guillotin, que recomendó su utilización en las ejecuciones, para evitar
sufrimientos adicionales. Aunque no fue él quien la inventó: máquinas similares
existían ya en varios países europeos al menos desde el siglo XIII.
4.Se dice que la inclinación del
filo la guillotina para mayor efectividad en el corte (al principio el corte de
la hoja era horizontal) fue recomendada por Luis XVI, quien finalmente pudo
comprobar por sí mismo (en su propio cuello) su eficacia.
5. En una localidad de Colorado,
en Estados Unidos, se celebra anualmente una fiesta en honor de Mike, el “pollo
sin cabeza”. Mike fue un pollo al que su dueño intentó cortar la cabeza de un
hachazo (para cocinarlo para la cena), errando en el intento, puesto que no la
cortó por completo (otro verdugo torpe). A pesar de la gravedad del corte, Mike
sobrevivió 18 meses: su dueño, al ver que el ave seguía con vida, comenzó a
alimentarlo a través de un gotero. Mike fue exhibido y fotografiado por
multitud de revistas y periódicos. Al parecer, el corte no seccionó la
carótida, y un coágulo impidió que el animal se desangrara.