lunes, 8 de octubre de 2012

En la misma onda (I): Esto me suena


Relajante y extremadamente liberador el sonido del último “clanc”, precedido por innumerables, interminables “clinc”, producidos por cada uno de los eslabones que se desplegaban de la increíblemente larga cadena que ataba al perro de presa que me perseguía, mientras intentaba pedalear lo más rápido posible por los pedruscos mojados, fuera del alcance del lindo cánido. Me encantan estos caminos, señalados con las pertinentes tres bandas de colores que indican un bonito sendero por el que aventurarse, y que acaban en una casa que corta el camino, con un cancerbero1 gigante junto a la puerta…

El sonido de los eslabones, se propaga por el aire a una velocidad de unos 340 metros/segundo (más exactamente 343 m/s, 1234,8 km/h), dependiendo de la temperatura del aire y la humedad relativa, con lo que es posible, si no se tiene el pensamiento único de pedalear lo más rápido posible para escapar, hacer un cálculo aproximado de lo rápido que se acerca el bicho con mandíbula babeante.

Si, tras escapar sin un trozo menos del guardián del fin del camino, oímos un trueno, podemos detenernos y observar el cielo. Para calcular la distancia a la que se encuentra una tormenta, a ojo de buen cubero, buscaremos un relámpago (rayo) y contaremos los segundos hasta oír el sonido del trueno. Dividimos los segundos que contamos entre 3, y obtendremos aproximadamente la distancia en kilómetros. (Por ejemplo, desde que vemos el rayo hasta que oímos el trueno contamos 12 segundos. Eso quiere decir que mejor buscamos refugio, porque se encuentra a unos 12/3 = 4 km).

Pasada la tormenta llega la calma, y decidimos darnos un chapuzón en una playa cercana, para relajarnos un poco. Si, mientras chapoteamos plácidamente en el mar, oímos a un tiburón parlante diciendo que tiene hambre, tendremos en cuenta que la velocidad del sonido es mayor en el agua salada (mucho mayor, en realidad: unos 1500 m/s). En todo caso, mejor regresar disimuladamente a tierra firme o, si estamos lejos de la orilla, dejar de chapotear, y, bajo ningún concepto, hacernos una herida sangrante: los escualos tienen una “línea lateral” en cada costado, que les permite detectar vibraciones en el agua; y respecto al olfato, al parecer pueden captar rastros de sangre desde una distancia de medio kilómetro. Y por si fuera poco, poseen unos órganos (ampollas de Lorenzini) en su morro, sensibles a los campos eléctricos generados por otros seres vivos… Y, aún hay más: la mayoría de los tiburones tienen entre 5 y 15 filas de dientes en cada mandíbula. Si tenemos la suerte de que el escualo hambriento sea un gran blanco, nos animará definitivamente saber que tiene unos 3.000 dientes de unos 7,5 cm cada uno.


Notas:

1. El Can Cerberos, o Cerbero, era el perrito de tres cabezas y cola de serpiente que guardaba las puertas del inframundo. Capturarle fue el último de los trabajos que se encomendaron a Heracles.  

2. La barrera del sonido se define como una barrera que viaja a la velocidad del sonido, y estalla formando una explosión sónica al ser vencida por un objeto, como podría ser un avión supersónico.

3. El efecto Doppler es el que se produce, por ejemplo, cuando se acerca a la estación un tren de mercancías pitando para avisar de que mejor nos apartemos de su camino. El tono del pitido es más agudo cuando se acerca que cuando se aleja.




domingo, 30 de septiembre de 2012

Perder la cabeza


Esta mañana, durante el paseo matutino, me atacó una planta y me ha dejado un buen raspón. Mientras me desinfecto la herida, miro a mi alrededor, y observo cómo huyen despavoridas las hormigas. Supongo que leyeron la entrada anterior y no querían acabar descabezadas como sus primas de otros continentes… 

Entre los humanos, excepto en algunos países, eso de descabezar a la gente ya no está de moda. Pero durante la revolución francesa rodaron bastantes cabezas, y no para emplearlas como sutura, sino como un “simple” método de ejecución. Incluso se creó una máquina para facilitar la tarea: la guillotina.

Una de las personas que tuvo la desgracia de probarla fue una mujer llamada Charlotte Corday, quien se decía había asesinado al político, periodista y revolucionario Jean Paul Marat, el cual era bastante apreciado por sus ideas. Así que el gentío se congregó alrededor de la máquina rebanadora, pidiendo sangre, y, una vez cayó la cuchilla y segó la cabeza de la mujer, uno de los asistentes del verdugo la cogió por los pelos y le dio un bofetón en la cara. Según los testigos, los ojos de Charlotte se volvieron y miraron a la cara del asistente con una expresión realmente indignada.

Tras este incidente, se pidió a los que se iba a ejecutar que parpadeasen después de ser decapitados, y los testigos aseguraban que el parpadeo duraba hasta 30 segundos…

Ya a principios del año 1900, un doctor llamado Beaureux emitió un famoso informe sobre la ejecución de un hombre llamado Languille. En él contaba que, nada más producirse la decapitación, los labios y párpados se contrajeron de forma arrítmica durante unos 5 o 6 segundos. El doctor le llamó por su nombre, y los párpados “se abrieron lentamente, sin contracción espasmódica alguna”, y “las pupilas enfocaron por sí mismas”, los ojos fijos en el doctor. Los párpados se cerraron tras varios segundos. Volvió a llamarle y de nuevo abrió los ojos y le miró, cerrándolos después. Pero la tercera vez que le llamó, ya no obtuvo respuesta.

Así que, por lo que parece, la guillotina podría no producir una muerte instantánea, sino que es posible que las víctimas permanezcan conscientes unos segundos, antes de que el cerebro, sin aporte de oxígeno, entre en coma y vaya de mal en peor. Y podría no ser el método indoloro que se pretendía (de hecho, comprobado que causaba un dolor muy severo, se desechó como método de ejecución en muchos países).

Aun así, la guillotina era preferible a un verdugo con espada o hacha, inexperto, torpe, o “con un mal día”, como el que al parecer le tocó en suerte a  María Estuardo, reina de Escocia. La reina, vestida de rojo (como mártir católica), tuvo que soportar tres hachazos, o más bien, dos hachazos y un hacha-serrucho… Y por si fuera poco, al alzar la cabeza el verdugo, cogida por los cabellos (o eso pensaba él), ésta cayó rodando por el suelo: la reina llevaba peluca, que fue lo que quedó en manos del poco avezado ejecutor. 

 El caso es que, si perdemos la cabeza, no tenemos demasiadas posibilidades de reanimación posterior, a no ser que experimente con nosotros el doctor Frankenstein o nos inyecten algo como en Reanimator (en cualquiera de los dos casos, el resultado no parecía demasiado alentador).

En cambio, hay animales que tienen más suerte en ese aspecto: los gusanos planaria, por ejemplo. Estos tienen la habilidad de regenerar partes del cuerpo, cabeza incluida, después de una amputación. Esto ocurre gracias a que tienen células madre adultas que se dividen constantemente, con posibilidad de convertirse en cualquier otro tipo de células que requieran. Si se corta uno de estos animales en dos, longitudinal o transversalmente, se regenerará formando ¡dos individuos! (Un gen permite la adecuada diferenciación y localización de las células que componen la cabeza de un gusano planaria; es vital para que la cabeza y el cerebro ocupen el lugar adecuado del animal y no se formen en cualquier otro lugar del cuerpo).

Otros animales con asombrosos poderes de regeneración: los pertenecientes al género hydra. Si se corta en trocitos, cada uno de éstos regenerará las partes que falten1. También se dice que no parecen envejecer…

Entre los vertebrados, la familia de la salamandra es la más hábil en regeneración corporal, pudiendo regenerar sus extremidades.




Notas:

1. En la mitología griega, había una hidra, la de Lerna, un inocente monstruito con aliento venenoso, multitud de cabezas en forma de serpiente, y la habilidad de regenerar dos cabezas por cada una que le cortaban. Heracles tuvo que acabar con ella: fue uno de los doce “trabajitos” que le encargaron…

2. Los humanos tenemos, de momento, capacidad para regenerar por nosotros mismos, cosas tales como piel, hueso, músculo, sangre, mucosas, pelo, uñas e hígado.

3. El nombre de la guillotina proviene del doctor francés Guillotin, que recomendó su utilización en las ejecuciones, para evitar sufrimientos adicionales. Aunque no fue él quien la inventó: máquinas similares existían ya en varios países europeos al menos desde el siglo XIII.

4.Se dice que la inclinación del filo la guillotina para mayor efectividad en el corte (al principio el corte de la hoja era horizontal) fue recomendada por Luis XVI, quien finalmente pudo comprobar por sí mismo (en su propio cuello) su eficacia.

5. En una localidad de Colorado, en Estados Unidos, se celebra anualmente una fiesta en honor de Mike, el “pollo sin cabeza”. Mike fue un pollo al que su dueño intentó cortar la cabeza de un hachazo (para cocinarlo para la cena), errando en el intento, puesto que no la cortó por completo (otro verdugo torpe). A pesar de la gravedad del corte, Mike sobrevivió 18 meses: su dueño, al ver que el ave seguía con vida, comenzó a alimentarlo a través de un gotero. Mike fue exhibido y fotografiado por multitud de revistas y periódicos. Al parecer, el corte no seccionó la carótida, y un coágulo impidió que el animal se desangrara.


lunes, 24 de septiembre de 2012

Un millón de hormigas…


Como en la canción de Alaska, un millón de hormigas se pasean… por mi casa, mi piel, se comen mis cereales y la miel (esto último no lo decía la canción, pero es la realidad). Y no os creáis, que de tontas no tienen un pelo: tengo el paquete de muesli, el de avena, cereales de fibra y otro con chocolate. Adivinad cuáles ni han tocado y a por cuál se lanzaron cual posesas. Claro, por supuesto: las pillé con las mandíbulas llenas de chocolate… Y también hay paquetes y botes varios, de pasta, legumbres, algas… ¿Dentro de cuál las encontré nadando? ¡En el de la miel! ¡Llegaban en filas de a tres, servilleta en cuello, cuchara en mano! ¡Menudas son!

Mientras intento quitarme algunas de encima, que me mordisquean sin piedad, aprovecho para contaros que algunos de estos insectos sociales se dice que forman “superorganismos”, por su organización y comportamiento. Viven en colonias con castas y divisiones del trabajo bien definidas.

Al salir del huevo, serán hormigas u “hormigos” dependiendo de si el huevo fue o no fertilizado (si fue fertilizado, nace una hembra, y en caso contrario, un macho). Las hormigas obreras cuidan y alimentan a las larvas, las cuales, tras una serie de mudas, se transforman en pupas, y después, en imagos. 

Se comunican entre ellas por medio de feromonas, dejando rastros en el suelo que las demás puedan seguir. Así, si alguna hormiga, curioseando por la cocina, encuentra mis cereales de chocolate, vuelve rauda y veloz, relamiéndose, al hormiguero, dejando un rastro tras de sí. Las demás, siguen ese rastro, se zampan mis cereales, y al regresar a su casa refuerzan ese rastro, con lo cual en pocos minutos llegarán al paquete de cereales en filas dobles y triples y mi desayuno, en breve, será historia. Tras acabar con las existencias, ya no dejan rastro de feromonas, las cuales se disiparán lentamente, hasta desaparecer. 

En caso de que, intentando proteger el bote de miel que ya miraban con ojos golosos, pise por descuido a alguna hormiga, ésta liberará una feromona de alarma, que hará que las que estén por las inmediaciones no duden en atacarme y que además acudan multitud en su ayuda.

Dependiendo de la especie, me morderán, o me picarán (algunas tienen aguijón), y podrán inyectarme o rociarme ácido fórmico. Si me pica alguna como la myrmecia pilosula (que tiene uno de los venenos más potentes del mundo de los insectos) y, casualmente, soy alérgica, puedo sufrir un shock anafiláctico y pasar a mejor vida en cuestión de minutos si no me inyectan adrenalina. Si la que me pica es una paraponera clavata, me acordaré de toda su familia, pues se considera que tiene la picadura más dolorosa de todos los insectos.



Si con los mordiscos me hacen una herida, y no me desangro antes, puedo utilizarlas, como en algunas zonas de África y Sudamérica, como sutura: apretando los bordes de la herida y haciendo que la hormiga (ha de ser grande) muerda en esa zona. Una vez aprieta las mandíbulas, ha de ser decapitada, dejando la cabeza para mantener la herida cerrada.

Para reponer fuerzas, y descansar de tanta hormiga, lo mejor, un té verde. Si fuese rooibos, me acordaría de nuevo de ellas, ya que se utilizan para recolectar las semillas: la planta dispersa mucho sus semillas y las hormigas las recogen y las almacenan en el hormiguero, de donde los humanos pueden recoger sin mayor esfuerzo hasta 200 gramos de semillas.



Notas:

1.  Las hormigas o formícidos, pertenecen al orden al orden de los himenópteros, como abejas y avispas.

2.  La mirmecología es la rama de la entomología que estudia las hormigas.

3. Las hormigas legionarias (marabunta), nombre que se aplica a más de 200 especies de hormigas, atacan en masa a presas vivas a aguijonazos y mordiscos. Cazan bichos varios, como cucarachas, arañas, y hasta escorpiones y pequeños vertebrados, como ratas y ratones.

4. Las más grandes, del género Dorylus, viven en África, y miden unos 5 cm de longitud. Pertenecen a éste género las siafu, las cuales, según los massai, obligan a salir a los elefantes de la selva, introduciéndose en sus trompas y perforando sus oídos. Pueden vivir en “reducidos” grupos de unos 20 millones de individuos, y se las considera uno de los mayores depredadores de África. Mejor apartarse de su camino…

5. Hay una especie que cultiva hongos, la Mycocepurus smithii, que está compuesta sólo por hembras. (Se reproducen asexuadamente: la reina se reproduce por partogénesis y todas las hormigas de la misma colonia son clones de la reina).




miércoles, 4 de abril de 2012

Fauna cercana: La abubilla

La abubilla (Upupa Epops), tiene tanto el nombre común como el científico onomatopéyicos, provenientes de su canto (bup-bup-bup, o up-up-up).

Su vuelo es irregular, ondulante, como el de una mariposa. Su cresta, se despliega en forma de abanico al posarse, en el cortejo, y en situaciones de alarma. Su largo pico le sirve para desenterrar insectos y larvas del suelo; se alimenta también de saltamontes, hormigas, grillos, orugas, lombrices, caracoles, arañas... 

Las hembras que anidan y los ejemplares jóvenes, son capaces de “disparar” a un intruso un chorro de líquido oleoso pestilente que produce en una glándula (la uropigial) situada en la base de la cola. 


En ocasiones el nido puede ser localizado por el fétido olor que despide. En La Mancha se le llama “cuquillo”, y simboliza el mal olor, siendo una expresión común de los pueblos de la zona la de “hueles a cuquillo”, lo que significa que habría que acudir de manera urgente a la ducha para evitar conflictos familiares o vecinales.

Por cierto, que hablando de duchas, la abubilla suele bañarse en la arena, pero nunca en el agua. Y cuando se alimenta de forma natural no necesita beber agua.

Existen numerosas creencias relacionadas con la abubilla (como que anuncian la llegada de la primavera, o que señalan la presencia de agua subterránea en zonas desérticas), atribuyéndosele también propiedades medicinales, mediante la aplicación de partes de su cuerpo4. En un Grimorio atribuido a Alberto Magno, se dice que si se echa un poco de centaura en el aceite de una lámpara con sangre de abubilla, se contemplarán alucinaciones terroríficas. Y al parecer, Pitágoras también afirmaba que untarse con la sangre de esta ave causaba “sueños endiablados”. Agripa escribía que se puede hacer un colirio con sangre de murciélago, abubilla y chivo que hace ver sombras de demonios (¿cómo se les ocurría echarse esas cosas en los ojos? ¿o tenían quizá “voluntarios” para tales menesteres?).


Notas:

1. Se consideraban sagradas en el antiguo Egipto. Y un símbolo de virtud en Persia.

2. En la Biblia, figuraban entre los animales que son detestables y no se deben comer.

3. En algunos países europeos (Escandinavia, Estonia) son considerados pájaros de mal agüero, precursores de guerras o presagiando muerte.

4. Se decía que las plumas aplicadas sobre la cabeza mitigaban los dolores de la misma, la lengua ayudaba a la memoria, del corazón huían las hormigas, y del humo de las plumas quemadas, huían y morían los mosquitos (esto último merece una comprobación científica; a ver si encuentro un par de plumas de abubilla y realizo la prueba).

5. Pueden vivir hasta 5 años.

domingo, 11 de marzo de 2012

¿Era rusa y se llamaba Laika?




Laika (en ruso: “Ladrador” o "que ladra"), se llamaba en realidad Kudryavka (en ruso: “Rizadita”)1. El término Laika designa a varias razas de perro utilizados para la caza.

Laika, como se la conoce popularmente, al menos sí era rusa: una perra callejera de Moscú, que, tras pasar un entrenamiento, fue escogida (al parecer por su buen temperamento) entre otros diez candidatos para ser el primer ser vivo terrícola enviado al espacio.

La nave en la que viajaba se denominaba Sputnik II, y fue lanzada en Noviembre de 19572. El animal se encontraba en un habitáculo acolchado3, sujeto con un arnés. Disponía de un sistema regenerador de aire, y el agua y los alimentos se le proveían en forma gelatinosa4. Se controlaban sus constantes vitales mediante unos electrodos5. Se le ajustó también, para no manchar la cabina, un corsé especial que contenía un receptáculo para almacenar tanto la orina como las deposiciones.


 Al parecer, la historia que cuenta que se había planeado sacrificar al animal mediante comida envenenada (ya que el satélite no estaba preparado para el regreso de forma segura, y se sabía que no sobreviviría a la reentrada en la atmósfera), no es cierta: de ello informó un periódico italiano, que después se retractó de lo escrito. No hay evidencias de que tal cosa se hubiese planeado nunca en el sistema de soporte vital.


En 2002 se reveló que el animal probablemente murió unas seis horas después del lanzamiento, debido al sobrecalentamiento (por un fallo en el sistema de control térmico) y al estrés. El sistema de telemetría biomédica falló tras la cuarta órbita (entre 5 y 7 horas tras el lanzamiento), por lo que no se supo nada más del estado de salud de Laika, pero las simulaciones que se realizaron posteriormente sugirieron que pudo fallecer tras la tercera o cuarta órbita.

Tras la misión Sputnik II, no se realizó ninguna otra misión con tripulantes perrunos sin sistema de retorno seguro.



 Notas:

1. Después se le llamó Zhuchka (bichito), y luego Limonchik (limoncito). 

2. El mes anterior había sido lanzada con éxito la Sputnik I, el primer satélite artificial de la historia.

3. La cabina era de aluminio, totalmente hermética, de 0,8 m de largo y 0,64 m de diámetro.

4. Se adaptó un cinturón de munición de ametralladora para llevar porciones de alimento (20 en total). Cada una contenía la ración diaria recomendada, y serían liberadas a intervalos regulares. Estaban compuestas, entre otras cosas, por agua, agar agar, pan y carne en polvo.

5. Se le implantaron electrodos en el pecho para medir el ritmo cardíaco. Un medidor de presión sanguínea rodeaba su arteria carótida. Y la respiración se controlaba mediante un cinturón colocado alrededor del pecho. 

6. Se afirmó que la perra volvería en perfectas condiciones, y aterrizaría en paracaídas. Muchas personas estuvieron pendientes del regreso de Laika. Esto propició la denominada “psicosis de perras voladoras”, y se aprovechó para gastar bromas. En Santiago de Chile, en una zona suburbana, conocida como "Gran Avenida", vieron descender en paracaídas a un can que identificaron de inmediato con Laika, pero poco después de que el animal aterrizase se comprobó que era perro y no perra, y que todo había sido un montaje de un bromista. 

7. Antes de esta misión ya se habían enviado animales en vuelos suborbitales. Los primeros, Dezik y Tsygan, en 1951, empleando un cohete R1A.

8. El quinto satélite soviético, el Korabl Sputnik 2, transportó a Belka y Strelka, devolviéndolas sanas y salvas a la Tierra.