domingo, 30 de septiembre de 2012

Perder la cabeza


Esta mañana, durante el paseo matutino, me atacó una planta y me ha dejado un buen raspón. Mientras me desinfecto la herida, miro a mi alrededor, y observo cómo huyen despavoridas las hormigas. Supongo que leyeron la entrada anterior y no querían acabar descabezadas como sus primas de otros continentes… 

Entre los humanos, excepto en algunos países, eso de descabezar a la gente ya no está de moda. Pero durante la revolución francesa rodaron bastantes cabezas, y no para emplearlas como sutura, sino como un “simple” método de ejecución. Incluso se creó una máquina para facilitar la tarea: la guillotina.

Una de las personas que tuvo la desgracia de probarla fue una mujer llamada Charlotte Corday, quien se decía había asesinado al político, periodista y revolucionario Jean Paul Marat, el cual era bastante apreciado por sus ideas. Así que el gentío se congregó alrededor de la máquina rebanadora, pidiendo sangre, y, una vez cayó la cuchilla y segó la cabeza de la mujer, uno de los asistentes del verdugo la cogió por los pelos y le dio un bofetón en la cara. Según los testigos, los ojos de Charlotte se volvieron y miraron a la cara del asistente con una expresión realmente indignada.

Tras este incidente, se pidió a los que se iba a ejecutar que parpadeasen después de ser decapitados, y los testigos aseguraban que el parpadeo duraba hasta 30 segundos…

Ya a principios del año 1900, un doctor llamado Beaureux emitió un famoso informe sobre la ejecución de un hombre llamado Languille. En él contaba que, nada más producirse la decapitación, los labios y párpados se contrajeron de forma arrítmica durante unos 5 o 6 segundos. El doctor le llamó por su nombre, y los párpados “se abrieron lentamente, sin contracción espasmódica alguna”, y “las pupilas enfocaron por sí mismas”, los ojos fijos en el doctor. Los párpados se cerraron tras varios segundos. Volvió a llamarle y de nuevo abrió los ojos y le miró, cerrándolos después. Pero la tercera vez que le llamó, ya no obtuvo respuesta.

Así que, por lo que parece, la guillotina podría no producir una muerte instantánea, sino que es posible que las víctimas permanezcan conscientes unos segundos, antes de que el cerebro, sin aporte de oxígeno, entre en coma y vaya de mal en peor. Y podría no ser el método indoloro que se pretendía (de hecho, comprobado que causaba un dolor muy severo, se desechó como método de ejecución en muchos países).

Aun así, la guillotina era preferible a un verdugo con espada o hacha, inexperto, torpe, o “con un mal día”, como el que al parecer le tocó en suerte a  María Estuardo, reina de Escocia. La reina, vestida de rojo (como mártir católica), tuvo que soportar tres hachazos, o más bien, dos hachazos y un hacha-serrucho… Y por si fuera poco, al alzar la cabeza el verdugo, cogida por los cabellos (o eso pensaba él), ésta cayó rodando por el suelo: la reina llevaba peluca, que fue lo que quedó en manos del poco avezado ejecutor. 

 El caso es que, si perdemos la cabeza, no tenemos demasiadas posibilidades de reanimación posterior, a no ser que experimente con nosotros el doctor Frankenstein o nos inyecten algo como en Reanimator (en cualquiera de los dos casos, el resultado no parecía demasiado alentador).

En cambio, hay animales que tienen más suerte en ese aspecto: los gusanos planaria, por ejemplo. Estos tienen la habilidad de regenerar partes del cuerpo, cabeza incluida, después de una amputación. Esto ocurre gracias a que tienen células madre adultas que se dividen constantemente, con posibilidad de convertirse en cualquier otro tipo de células que requieran. Si se corta uno de estos animales en dos, longitudinal o transversalmente, se regenerará formando ¡dos individuos! (Un gen permite la adecuada diferenciación y localización de las células que componen la cabeza de un gusano planaria; es vital para que la cabeza y el cerebro ocupen el lugar adecuado del animal y no se formen en cualquier otro lugar del cuerpo).

Otros animales con asombrosos poderes de regeneración: los pertenecientes al género hydra. Si se corta en trocitos, cada uno de éstos regenerará las partes que falten1. También se dice que no parecen envejecer…

Entre los vertebrados, la familia de la salamandra es la más hábil en regeneración corporal, pudiendo regenerar sus extremidades.




Notas:

1. En la mitología griega, había una hidra, la de Lerna, un inocente monstruito con aliento venenoso, multitud de cabezas en forma de serpiente, y la habilidad de regenerar dos cabezas por cada una que le cortaban. Heracles tuvo que acabar con ella: fue uno de los doce “trabajitos” que le encargaron…

2. Los humanos tenemos, de momento, capacidad para regenerar por nosotros mismos, cosas tales como piel, hueso, músculo, sangre, mucosas, pelo, uñas e hígado.

3. El nombre de la guillotina proviene del doctor francés Guillotin, que recomendó su utilización en las ejecuciones, para evitar sufrimientos adicionales. Aunque no fue él quien la inventó: máquinas similares existían ya en varios países europeos al menos desde el siglo XIII.

4.Se dice que la inclinación del filo la guillotina para mayor efectividad en el corte (al principio el corte de la hoja era horizontal) fue recomendada por Luis XVI, quien finalmente pudo comprobar por sí mismo (en su propio cuello) su eficacia.

5. En una localidad de Colorado, en Estados Unidos, se celebra anualmente una fiesta en honor de Mike, el “pollo sin cabeza”. Mike fue un pollo al que su dueño intentó cortar la cabeza de un hachazo (para cocinarlo para la cena), errando en el intento, puesto que no la cortó por completo (otro verdugo torpe). A pesar de la gravedad del corte, Mike sobrevivió 18 meses: su dueño, al ver que el ave seguía con vida, comenzó a alimentarlo a través de un gotero. Mike fue exhibido y fotografiado por multitud de revistas y periódicos. Al parecer, el corte no seccionó la carótida, y un coágulo impidió que el animal se desangrara.


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